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Olvidada y bañada en lágrimas
pasas todas las noches.
Muchos decían que te amaban,
pero hoy nadie te consuela.
Los que se decían tus amigos
hoy son tus enemigos.

Bajo el peso de las cadenas,
la gente de Judá salió prisionera.
Sus enemigos los atraparon
y los maltrataron con crueldad.
Ahora son esclavos en países lejanos,
y no han dejado de sufrir.

Ruido ya no se escucha
en tus portones, Jerusalén.
¡Qué triste es ver
tus calles desiertas!
Los sacerdotes lloran
y las jóvenes se afligen.
Todo en ti es amargura;
ya nadie viene a tus fiestas.

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